Un antiguo empleado del célebre narco ha preservado su residencia de vacaciones durante 25 años. Por Fernando Goitia

Piscina, campo de fútbol, helipuerto, pistas de tenis, establos, muelle para hidroaviones, alojamiento para 120 sicarios… El narco Pablo Escobar no reparaba en gastos. La Manuela, su residencia de descanso a orillas de un embalse cercano a Medellín, es prueba de ello. Pasados 25 años de la muerte del capo, la propiedad se ha mantenido intacta gracias a William Duque, su jardinero desde la apertura. María Victoria Henao, viuda del narco, encargó a Duque mantener la mansión y éste, en ausencia de mayor autoridad, decidió vivir y hacer negocio allí: montó un restaurante, que ofrecía batallas de paintball, y formaba parte de los narcotours, recorridos turísticos en honor de líder del cartel de Medellín.

Ahora ha sido desalojado y reclama «los derechos adquiridos» por su familia

Hace unos días, sin embargo, el jardinero fue desalojado. El Estado quiere recuperar 1300 «ocupaciones irregulares» del narco, para reparar a las víctimas. El jardinero, indignado, reclama que le paguen «los derechos adquiridos». Su familia, incluido su padre, vive allí desde los 90, aunque no hay contrato de arrendamiento ni de empleo. Con Escobar valían la palabra… y el miedo.

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