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EL BLOC DEL CARTERO

Caciques

Lorenzo Silva

Martes, 21 de Mayo 2019

Tiempo de lectura: 7 min

Hace más de cien años Joaquín Costa publicó un libro, Oligarquía y caciquismo, que debería ser de lectura obligada si no en la escuela –que no estaría mal al menos citarlo y leer algunos fragmentos–, sí entre quienes se postulan para ejercer responsabilidades públicas. Que el interés de unos pocos, organizados en redes clientelares que remuneran la lealtad a quien manda, prevalezca una y otra vez sobre el interés general es un residuo del espíritu feudal y medieval que, si ya en 1901 era escandaloso, en pleno siglo XXI, y bajo un Estado que se dice social y democrático de derecho, representa un anacronismo aberrante. Y, sin embargo, como nos recuerda una lectora, el caciquismo no solo no es un fenómeno desterrado, sino que sigue ahí, bien pujante, y no solamente en pequeños pueblos o regiones más «atrasadas». ¿Hasta cuándo? LA CARTA DE LA SEMANA

Caciques

Se acercan las elecciones municipales y los habitantes de cada pueblo, por pequeño que sea, tendrán que elegir a su alcalde. Suena anacrónico, pero la realidad es que en muchos de estos pueblos continúa existiendo el típico cacique que se cree amo y señor del Ayuntamiento y con derecho a hacer lo que le dé la gana. No tiene escrúpulos a la hora de cambiar votos por favores y aspira a mantenerse en el cargo por el sueldo y el poder que le suponen. Los candidatos honestos, sean del partido que sean, que ven el cargo de alcalde como la posibilidad de mejorar la vida de sus conciudadanos, a pesar de que ocuparse de esta dura tarea les suponga tener que reorganizar toda su vida, no tienen nada que hacer frente a los caciques y toda su camarilla de amigos y conocidos. No voy a revelar cuál es mi pueblo por razones obvias, pero puedo asegurar que esto existe en la actualidad y es algo contra lo que es muy difícil luchar. Deséennos suerte. Teresa B. F. Correo electrónico
Por qué la he premiado… Por recordar ese pasado que sigue ahí, amenazando el futuro.

Increíble

Tras leer la entrevista al cocinero Dani García (XLSemanal del 14 al 20 de abril), quisiera matizar ciertos puntos. Primero: no todos los cocineros somos jefes de cocina en restaurantes tres estrellas Michelin ni trabajamos en partidas. Somos 3 en 1 (cocineros, ayudantes y limpiadores) a la vez. Pruebas la comida, sí (por ello nadie engorda, doy fe de ello). Pero tienes tanta presión que no puedes parar un segundo, no tienes tiempo (ni te dejan) para comer. Y cuando terminas tu turno, estás tan cansado y desmotivado que solamente quieres irte a tu casa. Segundo: hacer deporte (si te da tiempo), entre turno y turno, claro que puedes. Es más, deberías hacerlo. Uno, por tu salud mental (olvidar el estrés del trabajo). Dos, para intentar tener una vida. No que la vida sea tu trabajo. Tercero: hay algunos restaurantes (cada vez más) que, al firmar el contrato, te hacen firmar una hoja en la que hay muchos matices. Uno de ellos es no poder beber y comer en tu turno. Eso significa que no puedes probar ni una simple patata frita, que la cámara zoom te estará vigilando. En resumen: acabas perdiendo como mínimo dos tallas de ropa y, en algunos casos, deseando ir al paro para recuperarte anímica y mentalmente. Esa es la realidad de la hostelería en España. Mayte Rosales Suárez (A Coruña)

Desde Polonia con amor

He viajado tres mil kilómetros para votar en las pasadas elecciones generales. Desde Polonia, donde, como muchos otros jóvenes españoles, encontré un trabajo más rápido y con mejores condiciones que en España. Allí, el paro es del 3,5 por ciento. En aquel país, las parejas de veintitantos se van a vivir juntos, se compran un coche y se hipotecan, porque ambos tienen con esa edad ya un contrato indefinido. Y no hablo de minijobs, son trabajos de verdad, en grandes corporaciones: IBM, Accenture, HSBC, UBS... Los bajos costes salariales y de establecimiento hacen del país un paraíso para las grandes empresas y genera disparates como que sean polacos que hablan español los que lleven la contabilidad de empresas españolas. Atentos ahí, la amenaza no viene en patera, viene del Este; y en el futuro serán indios –el mercado, amigo–. España debe combatir esta fuga de empleo con incentivos para las empresas. Simular las condiciones de los países del Este con la creación, por ejemplo, de un contrato para gente sin experiencia exento de impuestos. Pero todo esto parece importar poco a los españoles, que votan motivados por el conflicto catalán, el aborto, la eutanasia o la tauromaquia. Que miles de españoles no puedan volver del extranjero parece no importar a nadie. Lo que importa es que se respeten las delicadísimas sensibilidades nacionales. Manuel García Hurtado (Granada)

Habían sido fumadores

Hoy, en la tranquilidad de un domingo, hago recuento y compruebo que en el plazo de un año he atendido a cinco personas con cáncer de pulmón, lo cual, para que me entiendan los profanos, es una acumulación poco común para un médico de familia como soy. En unos casos he debido ser yo –que, por cierto, para eso estoy y para ello me pagan– quien ponga la flecha en la diana de la sospecha diagnóstica y en el aspecto comunicacional derivado de decirle a alguien que tiene un cáncer y que daría para un texto muy amplio. En otros casos, el diagnóstico ha venido de la mano de otros especialistas. Tres mujeres y dos hombres: todos, entre los 55 y los 75 años, predominando, eso sí, los más jóvenes. La mayoría habían sido fumadores, aunque casi todos lo habían dejado. Cuando veo a un adolescente que se echa un pitillo por la calle mientras va al instituto o al colegio, me digo: si supiera que casi con seguridad acabará siendo un adicto y pondrá en riesgo tanto su vida como su calidad de vida, no lo haría, pero en este ámbito nada puedo hacer. Y pregunto a las administraciones públicas: ¿para cuándo una financiación razonada, como ya se hace en algunas comunidades autónomas, de los fármacos para dejar de fumar? Sobre la industria tabaquera ningún comentario; creo que no hace falta porque suficientes muestras ha dado ya. Agustín Salazar García (Correo electrónico)

Dar ejemplo

Es cierto que cuesta educar bien a los hijos, pero quizá sería más fácil si nosotros, los padres, nos esforzásemos en ser mejores, ya que un buen ejemplo vale más que mil sermones. Este niñito que está haciendo una genuflexión en la iglesia donde asiste todos los domingos a misa con sus padres y dos hermanitos dejó pasmados a los suyos porque lo imitó sin que nadie le hubiera dicho nada, y eso que apenas tiene diecisiete meses. Conozco a una niña de tres años a la que le encantan los dulces y no era capaz de dar uno ni a sus hermanos ni a nadie. La última vez que fui a su casa le llevé una caja de bombones, me dio las gracias, la abrió y repartió entre los presentes, que por, lo menos, éramos nueve o diez. Asombrada, le pregunté cómo se había vuelto tan generosa y ella me contestó: «Me lo explicaron mis padres, dicen que hemos de compartir». Conocí a un señor tan amable, tan educado, tan elegante y distinguido que pregunté a un amigo suyo cómo podía tener aquel hombre tanta perfección, y me contestó con toda naturalidad: «Es que su madre era así». María Rosa Bonals (Terrassa)

Multa a España

Las cosas hay que hacerlas en su debido momento. Y no llegar tarde. Entonces hay multa. Como prueba de ello, tenemos la reacción del abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, Evgeni Tanchev, quien propuso que se condenase a España a pagar una multa de unos 80 millones de euros por el retraso para aprobar la nueva ley hipotecaria, que finalmente entrará en vigor en junio próximo después de que fuera publicada el sábado 16 de marzo. Los gobiernos de Mariano Rajoy y de Pedro Sánchez hicieron dejación de sus funciones. Ahora lo pagaremos todos. Enric Barrull Casals (Girona)

Cajeros automáticos

Año tras año, cuando empieza la temporada turística, desde la acera de enfrente de mi local, observo las pequeñas historias que genera un arcaico cajero automático de más de veinte años. Como si de un monstruo de las galletas se tratara, el viejo cajero va engulléndose una tarjeta tras otra y, por muchas patadas que le propine el cliente, la mayoría de las veces no las devuelve. He visto a extranjeros llorar porque se quedan sin dinero para el resto de sus vacaciones, gente que pierde un avión porque no puede pagar un taxi y no tiene más tarjetas, personas que para volver a sus casas tienen que andar hasta diez kilómetros porque se han quedado sin dinero, y si desgraciadamente es viernes por la noche, solamente puedes recurrir a familiares y a amigos para que te presten. Y yo me pregunto: ¿no tendría que haber una ley que obligase a los bancos a cambiar los cajeros cada cinco años? O que en nuestros tiempos, en plena era digital, obligara a que en todos los cajeros pongan un lector de tarjetas sin tener que introducirlas por la ranura. ¿O es que los bancos ante estos casos no tienen tampoco responsabilidades? Los más perjudicados son los turistas de la tercera edad, que aún no están acostumbrados a pagar con el móvil, y si viajan solos y con una sola tarjeta, se quedan totalmente desolados. Esperanza Villalonga Barber, Es Castell (Menorca)

Ahora les toca a los políticos

La ciudadanía ha cumplido con su deber –y lo ha hecho con creces– en las pasadas elecciones generales. Con una participación de más del 75 por ciento del electorado se ha convertido en una de las mayores de la historia de la democracia. El pueblo ya ha hablado y ahora les toca a ustedes, los políticos. Esperemos que sepan leer lo que han dicho las urnas, que olviden de una vez todos los insultos que se han dirigido durante la campaña, que aparquen las líneas rojas y que estén a la altura de las circunstancias. Solamente de esa manera podrán demostrar que realmente les importa España. Mario Suárez, Pilas (Sevilla)