Exploradores de leyenda, Martin y Osa Johnson inventaron el cine documental de naturaleza. Fueron ellos los que rodaron por primera vez las grandes manadas desde el aire, los que filmaron la primera película con sonido en África. Por Fernando González Sitges

Martin deseaba una vida de aventuras desde que tenía uso de razón. Y ahora, con 22 años, la llegada de aquel telegrama le hacía temblar. Lo abrió esperando una negativa. El señor Jack London, pensaba, le explicaría por qué un aprendiz de relojero de un pueblo de Kansas no era el indicado para subirse a su barco.

Pero al abrir el telegrama aquel enero de 1907 solo encontró dos palabras: «¿Sabes cocinar?». Firmaba Jack London. Martin Johnson mintió al asegurar que era un excelente cocinero. Y comenzó una historia de aventuras que asombraría al mundo de un recién estrenado siglo XX.

Johnson era efectivamente un joven relojero y fotógrafo que había leído diez días antes un artículo del célebre novelista Jack London donde anunciaba un viaje de siete años alrededor del mundo a bordo de un pequeño velero. London terminaba el artículo afirmando que uno de los cuatro tripulantes que irían con él y su mujer sería quien le mandara una carta lo suficientemente convincente como para ganarse el puesto. Y Martin le había escrito, con la sinceridad que da la desesperación, lo mucho que deseaba unirse al grupo.

Un viaje de dos años por el Pacífico con el novelista Jack London le dio a Martin los fondos para empezar sus documentales.

En abril de 1907, el Snark -un pequeño velero de dos mástiles construido por el novelista- dejó atrás San Francisco. El viaje no duró siete años, sino dos, debido a las enfermedades que London y su mujer padecieron en el Pacífico, pero Martin consiguió las fotografías que le abrirían las puertas del mundo.

A su regreso a los Estados Unidos se casó con Osa Leighty, una chica de un pueblo vecino al suyo, diez años más joven que él, y comenzó a ganarse la vida mostrando las imágenes conseguidas en el viaje del Snark, que contó en el libro Por los mares del sur con Jack London, editado en España. Eso le dio la idea -y los fondos- para preparar una expedición propia a las Nuevas Hébridas y las islas Salomón. Esta vez no llevaría una cámara de fotos, sino una de cine. Osa, su mujer, lo animó. Para una joven pareja del Medio Oeste americano de 1917 la aventura a la que se iban a enfrentar era poco menos que impensable.

En las islas Vanuatu estuvieron a punto de ser devorador por caníbales. Los salvó la milagrosa aparición de un buque de guerra

Durante nueve meses recorrieron las islas grabando las tribus indígenas, algunas de las cuales demostraron la excepcional madera de la que estaban hechos los Johnson. Eran las primeras imágenes documentales que se grababan de Melanesia. En las islas Vanuatu se encontraron con los grandes nambas, una tribu de caníbales. Osa resultó la más intrépida y consiguió llamar la atención del jefe caníbal mientras su marido filmaba y sus ayudantes rezaban todo lo que sabían. En el asentamiento indígena se preparaba un banquete y en el suelo se podían ver diferentes fragmentos humanos en distintos grados de preparación. El jefe, que al principio parecía sorprendido de ver la piel clara de Osa, empezó a animarse toqueteando a su invitada. Martin malinterpretó al gran namba, hasta que se dio cuenta de que su interés no era sexual, sino gastronómico; estaba sopesando lo tierna que estaba aquella extraña criatura. Solo la milagrosa aparición de un buque de guerra británico consiguió distraer a los nambas lo suficiente como para que todos huyeran y se pusieran a salvo.

De la selva al ‘glamour’

A su regreso a los EE UU, los Johnson se hicieron famosos. Sus películas traspasaban fronteras. A Martin le hicieron miembro del prestigioso Club de los Exploradores, y el matrimonio conoció a las personas más influyentes de la época. Cenaban con Chaplin, tomaban una copa con Houdini, pasaban la tarde con Douglas Fairbanks

A pesar de sus inicios en los Mares del Sur, lo que marcaría para siempre la vida y obra de los Johnson fueron África y su amistad con George Eastman -fundador de la Eastman Kodak-. Después de un primer rodaje en 1921 los Johnson, apoyados por el magnate de la fotografía, viajaron al este de África, en la actual Kenia, y se lanzaron a la búsqueda de una leyenda. un lago perdido donde se decía que la fauna se encontraba por millares. Después de incontables aventuras y una preparación en la que se vio que era Osa la que se encargaría de disparar y Martin el que se ocuparía de las cámaras, emprendieron la expedición y encontraron el legendario lago, al que bautizaron Paraíso.

Batiendo récords

Hasta 1935, los Johnson viajaron repetidas veces al continente negro. Por entonces ya habían aprendido a volar y añadieron a su equipo dos hidroaviones. No había año en el que no hicieran historia. En el Congo rodaron la primera película con sonido realizada en África; fueron los primeros en grabar desde el aire las grandes manadas de animales del este de África; y fueron también los primeros en sobrevolar el monte Kenia y el Kilimanjaro. Poco podían pensar que iba a ser un avión el que truncaría para siempre sus vidas.

En 1937, recién regresados de Borneo, el avión que llevaba a los Johnson de Nueva York a California se estrelló cerca de Newhall. Martin murió en el accidente y Osa, aunque malherida, sobrevivió. Ese mismo día, Martin había accedido a comprar una casa y adoptar hijos, la única aventura que entonces le faltaba a su mujer. Osa nunca se recuperó de la pérdida de su marido. Murió de un infarto en Nueva York en 1953, refugiada en sus recuerdos y el alcohol, después de haber escrito la autobiografía más exitosa de los años cuarenta: Casada con la aventura.

África en el foco

Martin y Osa Johnson rodeados de guerreros lumbwas durante el rodaje de Simba. el rey de las bestias, en el norte de la actual Kenia en 1928.


PARA SABER MÁS

Por los mares del sur con Jack London. De Martin Johnson. Ediciones del Viento, 2016.

Casada con la aventura. De Osa Johnson. Ediciones B, 2003.

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