«El deporte que tanto amamos está podrido y es hora de decir ‘basta’». Football Leaks, la web que puso patas arriba los tejemanejes del mundo del fútbol. Así funciona el gran dolor de cabeza de los poderosos del fútbol mundial. Por Carlos Manuel Sánchez

Comisiones, corrupción, primas y contratos han salido a la luz sacando los colores a los clubes más grandes del planeta. «Queremos abrir los ojos de la gente, mostrarles que el fútbol se ha convertido en una gigantesca organización criminal.

«Ya no hay fichaje que no caiga en la ilegalidad o que, como mínimo, no bordee la trampa». Quien así habla es uno de los creadores de Football Leaks, el portal de filtraciones que tiene al planeta futbolístico de los nervios. Robin Hood para unos, mosca cojonera para otros, lo cierto es que este rebelde digital lleva meses aireando los trapos sucios de un deporte en cuyos despachos rige el mismo código de silencio que en los vestuarios.

La revista alemana Der Spiegel habló con él en algún país de Europa del Este donde permanece escondido. Se sabe que es portugués… y nada más. Asegura que siguen su pista detectives contratados por representantes de jugadores y que su vida no vale nada en manos de mafiosos kazajos y turcos conectados con inversores de empresas de marketing que negocian con la imagen de los futbolistas. Tiene en su móvil un programa para manipular el GPS del dispositivo, que muestra unas coordenadas que se corresponden con un lugar cerca del Polo Norte.

La contrafiltración

Hace unas semanas un blog anónimo reveló su presunta identidad, la de un hacker con antecedentes por extorsión. La prensa deportiva, de inmediato, se hizo eco del chivatazo; el blog fue bloqueado por WordPress, la plataforma donde se alojaba, y Football Leaks publicó un desmentido. «El hombre al que se menciona en las noticias no tiene relación con nosotros. La difamación es un delito grave y retamos a la prensa a que aporte pruebas de que hemos intentado extorsionar a un solo club. Están usando tácticas sucias para desacreditarnos. Eso es una muy buena señal: estamos causando un gran impacto y creemos que este proyecto puede cambiar de verdad algo en el deporte que amamos. ¡Seguiremos luchando contra esta mafia!». Pero los dimes y diretes sobre la identidad de la gente que hay detrás de Football Leaks solo sirven para desviar la atención de varias cuestiones espinosas: unas relacionadas con la corrupción sistémica de un deporte cuya cúpula acaba de escenificar en Suiza una supuesta regeneración que parece más bien un brindis al sol, y otras que cuestionan las mismas herramientas que proporciona Internet para desenmascarar estos y otros apaños y que no están exentas de vicios ocultos. cifras que ya no escandalizan.

«Todo está preparado para que la publicación no pare si me detienen», advierte su impulsor de Football Leaks

¿Qué está haciendo Football Leaks? Publicar contratos de futbolistas profesionales. Si estos contratos son legales, ¿por qué están tan molestos los afectados? Porque se habían acostumbrado a hacer negocios de forma discreta, casi a escondidas. El portal ha publicado los de jugadores como Cristiano Ronaldo, Luka Modric, James Rodríguez y Gareth Bale (Real Madrid), Neymar (Barcelona), Yannick Carrasco (Atlético de Madrid), el entrenador Jose Mourinho… Sí, las cifras son astronómicas, pero nada que escandalice al forofo si refuerza la plantilla del club de sus amores. ¿Qué hay de nuevo entonces? La atención al detalle. Football Leaks posee miles de contratos, acuerdos de traspaso, correos internos… y dosifica las entregas casi diariamente. «Todo está preparado para que la publicación no pare si me detienen», advierte su impulsor. Añade que hay varias copias de seguridad de este arsenal repartidas por el mundo. Si durante siete días consecutivos no se introduce un código específico, un ordenador enviará los documentos a WikiLeaks y a diversos medios de comunicación.

En los últimos años, en el mundo del fútbol, la opacidad de los acuerdos, las comisiones y primas hacen que muchos de estos flujos de dinero pasen al menos una vez por paraísos fiscales como Panamá, Belice o las islas Caimán. En el transcurso de este viaje, el bruto se convierte en neto. Estos manejos rara vez salen a la luz porque los investigadores casi nunca pueden acceder a documentos que prueben los apaños. Hasta ahora. infiltrados en la fifa. Football Leaks está aportando gran cantidad de pruebas incriminatorias. Algunas filtraciones, de hecho, ya han tenido consecuencias.

De los contratos publicados se desprende que participaron como avalistas bancos españoles que fueron salvados de la quiebra mediante la inyección de dinero público en 2012

Tres europarlamentarios exigen que se investigue el traspaso de Bale, cifrado en 100 millones de euros. De los contratos publicados se desprende que participaron como avalistas bancos españoles que fueron salvados de la quiebra mediante la inyección de dinero público en 2012. Los parlamentarios acusan a las instituciones de haber hecho recaer sobre los contribuyentes europeos el riesgo derivado del traspaso. Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional, insinúa que tras las filtraciones podrían estar empleados descontentos de la FIFA. «Esos contratos los tenemos también en la Liga, como en otras ligas, y no se publican. La filtración proviene del Sistema de Correlación de Transferencias (TMS). El desgobierno en la FIFA es terrible, es una institución dejada de la mano de Dios». De hecho, Mark Goddard director del TMS admite que le gustaría que los clubes revelaran las cifras de los traspasos.

¿Entonces en qué quedamos? ¿La transparencia es buena o mala? ¿Son quijotes o delincuentes los que están detrás de la plataforma? El abogado Javier Ferrero, experto del ámbito deportivo, lo tiene claro. Los responsables de Football Leaks «son investigados por Scotland Yard y la Fiscalía de Portugal. Acabarán por ser descubiertos y pagarán por sus delitos». Estos delitos incluirían el robo de documentos y su posterior manipulación. Por lo tanto, también falsedad documental.

Más allá de la veracidad de las filtraciones, ¿a quién le importa que Cristiano Ronaldo se embolse 1,1 millones de euros de una operadora saudí por una sesión de fotos y vídeo, la firma de cinco camisetas y dos menciones en sus páginas de Facebook y Twitter? ¿O por qué se dice que Jorge Mendes, que de regentar un bar pasó a ser el mayor representante de jugadores del mundo, ha contratado a una agencia de detectives, harto de ver publicados los contratos de sus protegidos? Pues, a bote pronto, son asuntos que le podrían interesar a Hacienda.

La Fiscalía General de Estados Unidos investiga más de 20 años de sobornos a directivos a cambio de los derechos televisivos y de patrocinio de las competiciones

La lista de jugadores con problemas con el fisco no hace más que engordar. En España, Leo Messi y su padre fueron acusados de defraudar más de 4 millones de euros. Mascherano defraudó 1,5 millones con la cesión de sus derechos de imagen a empresas extranjeras (ya ha pagado esa cantidad más intereses). Iker Casillas pagó 2 millones tras una inspección. Neymar, Xabi Alonso y David Villa, entre otros, también han sido o están siendo investigados. Todos ellos ganan más de 300.000 euros al año y, por consiguiente, tributan el 47 por ciento. Y siempre hay asesores que aconsejan cómo buscarle las vueltas a la ley. Al fin y al cabo, la abogada del Estado Dolores Ripoll ya advirtió que lo de que «Hacienda somos todos» no es más que un eslogan publicitario. Javier Tebas pidió una catarsis de la FIFA para evitar más filtraciones. Algo muy necesario, teniendo en cuenta que la Fiscalía General de Estados Unidos investiga más de 20 años de sobornos a directivos a cambio de los derechos televisivos y de patrocinio de las competiciones, derechos que en el periodo 2011-2014 superaron los 5100 millones de euros. La FIFA, mientras tanto, acaba de elegir un nuevo presidente, Gianni Infantino, para sustituir a Joseph Blatter, convertido en icono de la corrupción. Infantino asegura que quiere devolver la credibilidad a la institución que maneja los hilos del fútbol mundial y que empezará dando ejemplo con la transparencia de los ingresos de sus directivos. Los que le han votado, sin embargo, son los mismos que votaron a Blatter poco después de la famosa redada del FBI contra la institución en Zúrich. Algo que no invita, precisamente, a lanzar cohetes.

Contratos al descubierto

Falcao: Casi 17.000 euros por minuto El Chelsea no pagó al Mónaco, solo se hizo cargo del sueldo. Pero el negocio ha sido ruinoso. Primero, por el sueldazo: 185.000 euros semanales. Segundo, porque las lesiones se han cebado con el colombiano, que solo jugó 349 minutos en 32 semanas. Es decir, cada minuto le salió por 16.962 euros al Chelsea, que deberá abonar 50 millones para ejercer la opción de compra.

Neymar: El rey del juego «on-line» La web ha publicado varios contratos de la empresa Doyen, con sede en Malta, que gestiona los derechos de imagen del brasileño. Entre ellos, el acuerdo con la firma de videojuegos Konami (750.000 euros) o los dos millones anuales que le paga la operadora de apuestas y juegos de azar Pokerstars. Neymar también firmó un contrato para promocionar un champú en países asiáticos por 900.000 euros.

Bale: El sobrecoste del galés El Real Madrid declaró haber pagado 91 millones por el delantero, aunque el precio final podía superar los 100 millones si se pagaba a plazos. En el contrato había cláusulas sorprendentes. Por ejemplo, que el Madrid no explicaría a los medios ese sobrecoste, que el Tottenham no revelaría nada del acuerdo y que el jugador tampoco diría nunca nada negativo de su antiguo club.

Özil: La cláusula «anticulé» La operación de venta del centrocampista alemán del Real Madrid al Arsenal se cerró en 44 millones de euros, pagaderos en tres plazos. El contrato incluía otra cláusula curiosa: el Arsenal debería informar de inmediato al Madrid si le llegaba una oferta de un club español y dispondría de 48 horas para contraofertar. Se supone que para evitar que Özil acabase en las filas del Barça.

Jackson Martínez: El consuelo del futbolista triste El futbolista «más triste del mundo», según la prensa colombiana, pues no triunfó en el Atlético de Madrid, donde solo marcó tres goles en mil minutos, fue vendido al Guangzhou chino por 42 millones de euros, 6 más de lo que costó. El delantero tiene motivos para salir de la «depre»: se embolsó un 5 por ciento del traspaso y su sueldo es de 6 millones de euros al año.

Martial: Una bomba de relojería El Manchester United pagó 20 millones al Mónaco por el traspaso de Martial. Pero lo que en Inglaterra se consideró un chollo no lo es tal. No solo porque deberá abonar otros 30 millones en julio. Y si se dan una serie de condiciones que marque 25 goles en tres temporadas, que juegue 25 partidos con la selección francesa, que sea candidato al Balón de Oro… el fichaje podría irse a los 80 millones.

De Gea: Doce millones a la papelera El fichaje frustrado de De Gea por aquel famoso fax fuera de tiempo era de los que hacen época, y eso que cedía la mitad de sus derechos de imagen al club blanco. El portero del Manchester United hubiera recibido casi 12 millones de euros brutos por temporada hasta 2021, más una prima de 11 millones por el traspaso. La cláusula de rescisión era de 500 millones.

James Rodríguez: Cuando las multas son calderilla El astro colombiano percibió 7 millones de euros brutos en su primera temporada en el Madrid, y su ficha se incrementó en 750.000 de manera automática en la siguiente. De sobra para hacer frente a la multa de 10.400 euros que se le impuso cuando fue cazado en la M-40 a 200 kilómetros por hora. A James se le hacía tarde para el entrenamiento y llegó a Valdebebas perseguido por la Policía.

Joseph Blatter

«Mi padre me dijo que Nunca me ganaría la vida con el fútbol»

Así fue la intrigante ascensión y caída del hombre que convirtió al máximo organismo del fútbol mundial en una máquina perfectamente engrasada para amasar dinero.

«Nunca te ganarás la vida con el fútbol». Al suizo Joseph Sepp Blatter, de 80 años, le gustan los chascarrillos. Y uno de sus favoritos es esta profecía de su padre, que lo veía jugar desde que era un chaval que apuntaba maneras como delantero en el equipo de un pueblecito de los Alpes, pero lo obligó a estudiar cuando llegó la primera oferta seria de un club. «Tú a los libros, Sepp», le dijo. Y Sepp, obediente, estudió Económicas en Lausana. Al final, Blatter nunca dio patadas remuneradas a un balón, pero dirigió la FIFA durante cuatro décadas, cobrando en su última etapa entre cuatro y nueve millones anuales (el montante se guardaba en secreto). Esa ambigüedad de lo más cuántica y su generosidad para el reparto de prebendas en ‘petit comité le permitieron pastelear las comisiones de nueve mundiales y ganar todas las elecciones a las que se presentó.

Todos recibían su parte y todos cerraban la boca, menos él, que es locuaz y campechano. Atributos que fueron sus activos en el cargo es capaz de contar chistes en cinco idiomas, pero que le jugaron malas pasadas ante los micrófonos. Como cuando se lamentó, en 2004, del poco sugerente vestuario de las futbolistas: «Quizá deberían ponerse unos pantaloncitos más cortos y más pegaditos, como en el voleibol. Perdónenme, pero es que hay mujeres tan guapas por esos campos…». O cuando se concedió a Catar la sede del Mundial de 2022, país donde está vigente la pena de muerte para los homosexuales. «Que vayan, pero yo les recomendaría que practiquen la abstinencia durante esos días», aconsejó a los gais. Y eso que se le presuponen tablas, ya que fue relaciones públicas, periodista deportivo y encargado de marketing de una empresa relojera. Y dicen que hasta ejerció de presidente de una asociación de amigos de los ligueros en los setenta, creada para defender la lencería ante la irrupción utilitaria de los pantis. Se las da de donjuán otoñal. Se ha casado tres veces y sus compadres se han encargado de airear sus sonadas aventuras, entre ellas con la modelo Irina Shayk, ex de Cristiano Ronaldo. Tiene una hija, Corinne, con su primera mujer, cuya familia lo introdujo en la FIFA. Y estuvo casado brevemente con una amiga de su hija, a la sazón entrenadora de delfines y 25 años menor que él. Desde entonces, la diferencia de edad con el resto de sus parejas no ha hecho más que crecer.

En la FIFA se arrimó al árbol que más sombra daba, que no podía ser otra que la del presidente, el brasileño João Havelange. Entre ambos la convirtieron en una máquina de amasar billetes gracias al ordeño sistemático de los derechos televisivos y de patrocinio. «Cuando empecé aquí, solo se podía pagar el salario de 11 empleados y yo era el número 12», llegó a decir. En año mundialista, los beneficios netos de la FIFA superan los 400 millones.

Fue paciente para heredar el trono de Havelange cuando este se jubiló, en 1998. Su gestión ha sido mercantilista hasta extremos inéditos. Intentó aumentar el tamaño de las porterías para que hubiese más goles y atraer así al público norteamericano. Y que hubiese cuatro descansos para meter más anuncios. Tenía la habilidad para recular a tiempo cuando alguna de sus propuestas se le atragantaba a la opinión pública. Y hubiera seguido siendo el capo de este organismo hasta que el cuerpo aguantase y a pesar del FIFAgate.

Que el FBI trincase a siete directivos en el hotel de cinco estrellas donde se recreaba la pantomima de una nueva reelección y que se destapase una trama de sobornos y trasiego de maletines que duraba 20 años no mermó su poder interno, pero sí su prestigio externo, ya agrietado por los enjuagues para la designación, al mejor postor, de los mundiales de Rusia y Catar. Cuando se descubrió un pago sospechoso de 2 millones a Michel Platini, presidente de la UEFA y alto mandatario de la FIFA, el comité de ética (que no un tribunal) decidió inhabilitar a ambos ocho años, que al final se han quedado en seis. Le ha sucedido otro suizo y uno de sus más fieles escuderos, Gianni Infantino, el señor de los bombos de las retransmisiones de los sorteos, otra manera de generar ingresos. Quedará para la posteridad la foto de Blatter rodeado por un enjambre de billetes voladores. Un icono de nuestros tiempos.

El falso positivo de las filtraciones Rui Pinto, hacker portugués de 27 años, fue señalado por Football Leaks Revealed portal surgido para contrarrestar la labor de Football Leaks como responsable de las filtraciones. La acusación resultó ser falsa.

[Este artículo fue publicado en XLSemanal 3 abril de 2016]

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