No fue fácil su camino hasta conquistar Hollywood, pero todo cambió al crear a su eterno Charlot, el vagabundo que hacía reír y llorar al mismo tiempo. Por F. U.

Chaplin antes de Charlot

«Un personaje polifacético y nada armónico «Necesitamos unos gags. Maquíllese y póngase un disfraz cómico. Cualquier cosa» , le dijo el actor Ford Sterling a Chaplin durante el rodaje de la película Extraños dilemas de Mabel, donde el inglés tenía un pequeño papel. «Al dirigirme hacia el vestuario, pensé que podría ponerme unos pantalones muy holgados, unos zapatones y añadir al conjunto un bastón y un sombrero hongo, quería que nada fuera armónico», cuenta Chaplin. Como le habían dicho varias veces que era muy joven, se pintó un bigote que lo envejeciera, sin ocultar su expresión.

De camino al set empezó a contonearse y a hacer molinetes con el bastón. «Este personaje es polifacético: es a la vez un vagabundo, un caballero, un poeta, un soñador, un tipo solitario que espera siempre el idilio y la aventura», explicó a Sterling. «Suba al plató y veremos qué puede hacer», le dijeron.

La escena discurría en el vestíbulo de un hotel. Chaplin se sentía como «un impostor que se hacía pasar por uno de los huéspedes, cuando en realidad era un vagabundo que buscaba cobijo. Entré y tropecé con el pie de una dama. Me volví y me quité el sombrero; luego choqué con una escupidera; me volví una vez más y levanté el sombrero ante la escupidera» . Las carcajadas resonaban en el plató. Acudieron actores de otros estudios, escenógrafos, carpinteros, sastres. Todos se desternillaban. Charlot había triunfado. Fue en 1914Había nacido un personaje mítico. El primer filme de Charlot, Making a living, se estrenó ese mismo año.

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