Quedan solo 7500 guepardos en el mundo; en el último siglo se ha extinguido el 90 por ciento de los que había. Los guepardos son aminales en serio peligro de extinción. En Namibia un equipo de expertos intenta evitar su total extinción, a la desesperada, luchando contra quienes los cazan y asesinan. Pero, de momento, no van ganando la batalla…Por Jessamy Calkin/Fotografía: Getty Images

Guepardo: la máquina perfecta

El sol sale en Namibia y un ruido extraño llega a través de la ventana. Un rumor ronco y persistente. Es el sonido de un guepardo que ronronea. Es Tiger Lily, una hembra tumbada junto al enrejado adyacente a la casa de huéspedes donde estoy alojado. Los leones rugen, los leopardos hacen un ruido como de serrucho en acción, pero el guepardo es el único gran felino que ronronea. También emiten ladridos, gorjeos y bufidos.

Tiger Lily es uno de los cuatro hermanos conocidos como ‘los embajadores’, que llegaron a este lugar, el Fondo para la Conservación del Guepardo (CCF, por sus siglas en inglés) en Otjiwarongo, cuando eran unos cachorrillos con tres semanas de vida, después de que su madre fuera asesinada a tiros.

Quedan menos de 7500 guepardos en el mundo; la población se ha extinguido en un 90 por ciento en el último siglo. Namibia sigue siendo el país con mayor concentración de ejemplares: unos 1500 adultos y adolescentes. En parte hay que dar las gracias al trabajo de la doctora Laurie Marker, que ha dedicado su vida a su preservación. Han pasado 29 años desde que creó el CCF.

El camino sin retorno del guepardo 1

Laurie Marker es la mayor experta del mundo en guepardos. En 1977 llevó a Namibia un cachorro crecido en EE.UU para averiguar si era posible enseñarles a cazar. Allí supo que los ganaderos estaban acabando con ellos y se quedó para luchar

Los guepardos han de hacer frente a los problemas habituales: un hábitat cada vez más reducido, creciente escasez de sus presas, comercio ilegal y poblaciones humanas en constante expansión. En Namibia, el 90 por ciento de los guepardos vive fuera de las áreas protegidas. Aquí, si eres el propietario de la tierra, también lo eres de la fauna y flora que vive en ella (a diferencia de lo que pasa en otros países africanos, donde los animales perseguidos por los cazadores son propiedad del Gobierno). En Namibia, el 40 por ciento de las fincas está en manos de los campesinos, decididos a proteger sus rebaños de ganado como sea y, en consecuencia, a aniquilar a los guepardos a balazos o con trampas.

Pero con frecuencia los agricultores se equivocan. Los guepardos no son la gran amenaza que tantos consideran; así lo demuestra el análisis de los excrementos de estos felinos, revelador de lo que comen en realidad. Gran parte del trabajo del CCF consiste en hablar con los representantes de las comunidades agrarias y enseñarles a mejorar la gestión de sus rebaños.

LA EFICACIA DE UN PERRO PASTOR

Una de las formas sencillas de hacerlo es con perros pastores. Resulta que los perros son eficaces a la hora de ahuyentar a los depredadores y alertar a los dueños del ganado. Es raro que el depredador se lance a por el perro. Así que el CCF cría perros pastores de raza Anatolia, especialmente indicados para proteger a las cabras, cuyo precio es de 1500 dólares namibios (unos 70 euros).

Con el paso de los años, el CCF ha hecho entrega de 550 perros a distintas granjas. Los campesinos reciben a los cachorros cuando solo tienen diez semanas de edad, para que se hagan buenos amigos de sus cabras, a cuyo lado van a seguir de por vida. Los perros, por lo general, trabajan hasta los diez años, la misma vida activa que suelen tener sus amigas las cabras.

El objetivo del CCF no es mantener a los guepardos en cautividad, sino, siempre que sea posible, dejarlos en libertad. Unos cuantos se quedarán, sin embargo, el resto de sus días en el centro, porque llegaron siendo unos cachorros y nunca aprendieron a cazar o por sus lesiones. Hoy hay 38 residentes, pero por el CCF han pasado un millar de guepardos, de los que 600 han sido devueltos a la naturaleza.

«LA SEXTA EXTINCIÓN ESTÁ EN MARCHA»

Laurie Marker vive en una vistosa casa de adobe rodeada de flores, árboles y pájaros. Su escritorio está atiborrado de libros y papeles. Desde su jardín vemos a Tiger Lily. «¡Hola, niñita!», saluda Marker, y es que todas son sus niñitas. Comparte la vivienda con Bruce Brewer, su pareja desde hace 20 años, el director general y administrador del CCF.

Ambos están acostumbrados a viajar y dar conferencias, ya que recaudar fondos es una de sus prioridades: necesitan unos 3 millones de dólares al año para que su organización siga en funcionamiento.

El CCF hoy es propietario de 40.000 hectáreas y da trabajo a 125 empleados a tiempo completo (en su mayoría procedentes de esta misma zona, mujeres en el 55 por ciento de los casos). Luego están los voluntarios y los huéspedes de pago. Se trata del mayor centro de investigación y educación sobre los guepardos del mundo.

Marker afirma que el problema no son los cazadores deportivos, por impopulares que sean, sino los campesinos que matan guepardos para proteger a su ganado. A ellos es a los que hay que dar alternativas

«Muchos nos preguntan que cuándo devolveremos los guepardos a la naturaleza -explica Marker-. La idea es muy bonita, pero no tiene sentido dejarlos en libertad en ausencia de un entorno natural adecuado, de un lugar en el que puedan vivir como es debido. Y el hecho es que ya no contamos con un entorno natural adecuado. En África hay personas y ganado por todas partes; no quedan lugares vírgenes para la fauna salvaje. En consecuencia, no nos queda más opción que trabajar con las personas para que todos podamos vivir juntos».

Marker también dirige el International Cheetah Studbook, o registro genealógico internacional de guepardos, un registro de los ejemplares en cautividad destinado a monitorizar las poblaciones con posibilidades reproductivas. «Seguimos la situación de cerca y entramos en contacto con zoológicos, para que los animales tengan mayor visibilidad y para alertar del peligro que corre la especie. La opinión pública no es consciente de que la sexta extinción mundial está en marcha».

LA CAZA DEL HOMBRE BLANCO

En Namibia es legal dar muerte a un guepardo considerado como peligroso para el ganado. El único requisito es informar de su existencia con antelación. La caza deportiva de guepardos también está autorizada; la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) ha estado emitiendo 150 permisos anuales para dar caza a guepardos desde 1992.

Abundan las fotografías de hombres blancos entrados en años con guepardos muertos en sus brazos. En un sitio web proclaman, sin reparar en lo irónico de sus propias palabras, que «la regulación de la exportación es estricta, pero Namibia sigue siendo el lugar idóneo para dar muerte a estos felinos tan hermosos».

El camino sin retorno del guepardo

Desde los tiempos de los egipcios, los guepardos se emplearon en expediciones de caza y fueron también unos elegantes animales de compañía, pues su domesticación es relativamente fácil. Ahora, su reproducción en cautividad es casi la única opción de conservar la especie.

Marker se hace cargo de la atracción que la caza deportiva ejerce sobre algunos individuos y considera que se trata de un mal necesario. «Soy consciente de que la opinión pública ve las cosas de otra manera, pero en Namibia los cazadores siguen un comportamiento ético y, de hecho, han estado ayudándonos a preservar a estos depredadores». Marker recalca que lo primordial es educar a los campesinos sobre la vulnerabilidad de los guepardos.

A ver si lo he entendido bien, pregunto. Está diciéndome que no pueden hacer nada en lo referente a los 150 permisos anuales anteriormente mencionados, pero que sí pueden reducir la cacería por parte de los campesinos? «Sí, eso es. Exactamente».

Hay indicios de que el guepardo es el gran felino más viejo del planeta. Su desaparición sería catastrófica. Consulto a Marker por el objetivo del CCF a diez años vista. «Me gustaría conseguir la integración absoluta entre la gestión de la fauna salvaje y la cría de ganado -dice-. Querría que este centro desapareciera, que ya no hiciera falta en absoluto».

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PARA SABER MÁS

Página oficial de la Cheetah Conservation Fund, en Otjiwarongo, Namibia.

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