Los microbios que residen en nuestro organismo ayudan al sistema inmunológico a distinguir entre amigo y enemigo, para que no se vuelva loco a la hora de tratar con toda clase de alérgenos en potencia. Descubre todo lo que pueden hacer por ti.

En el parto

Los primeros microbios ‘buenos’ los adquiere el bebé durante el parto a través de la propia vagina de su madre. Los bebés nacidos por cesárea tienen más alergias, asmas y problemas autoinmunes. Algunos investigadores proponen usar una torunda de algodón estéril para empapar a estos recién nacidos con secreciones vaginales maternas.

En la leche materna

La leche materna no es, como se creía, estéril. Por el contrario, es tanto prebiótica (lo que implica que es un alimento para los microbios) como probiótica (es decir, introduce en el cuerpo una población de microbios beneficiosos para el organismo). Eso hace que las barrigas de los bebés alimentados exclusivamente con biberón no estén perfectamente colonizadas.

En unas manos sucias

Que los niños jueguen en el jardín o en un parque fortalece su sistema inmunológico. Conviene lavarse las manos allí donde pueda haber patógenos o tóxicos químicos, pero no es tan necesario tras acariciar al perro de compañía. El cepillo de dientes debería estar a más de dos metros del retrete, ya que al tirar de la cadena parte de los contenidos se aerosolizan.

En una ensalada

La sugerencia de lavar bien los alimentos antes de consumirlos parece muy sensata en un mundo lleno de pesticidas. Pero el abuso de compuestos antimicrobianos, desde la práctica de lavar la lechuga con cloro hasta los jabones líquidos esterilizadores de manos, acaba con todos los gérmenes, no solo con los patógenos. Lo mejor es lavar, pero sin pasarse.

En la fibra

Es conveniente reducir el consumo de alimentos procesados, pues carecen de fibra. Para contrarrestar este déficit, la industria alimentaria ha agregado inulina (raíz de achicoria) a centenares de productos para incrementar así los niveles de fibra, pero es mucho más eficaz el consumo de diversos granos integrales, frutas y verduras directamente.

En algunos alimentos

Los investigadores se muestran poco entusiasmados y, en muchos casos, poco partidarios de los alimentos probióticos (con microorganismos adicionados; por ejemplo, los bífidus). Prefieren los prebióticos naturales, que favorecen la extensión de las bacterias benefactoras ya presentes, como la alcachofa, el ajo, el espárrago, los cereales, las frutas

En un yogur

Los especialistas aconsejan comer alimentos fermentados, como el yogur o el pan de masa madre. Y también favorecer la fermentación en el intestino inferior con una dieta rica en verduras con sus diversas fibras. almidones resistentes (plátanos, avena, judías), fibras solubles (cebollas, tubérculos, frutos secos) e insolubles (salvado, aguacates).

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