Es una de las actrices mejor pagada de la televisión de los Estados Unidos y una de las latinas más influyentes. Sofía Vergara ha conquistado Hollywood gracias a su talento para la comedia y a un cuerpo de escándalo. Por Ixone Díaz Landaluce

Los paparazis le pisan los talones día y noche. Pero, a diferencia de otras estrellas, a ella jamás la pillan desprevenida. No verás a Sofía Vergara saliendo de clase de yoga o sacando a pasear al perro con la cara lavada, zapato plano y un look anodino. Ella no es ese tipo de estrella despreocupada. Ella, que se ha hecho famosa gracias a su trabajo en la comedia televisiva Modern family, es el paradigma de la mujer latina sexy que siempre está lista para salir en la foto. «Preferiría morirme antes que ponerme unos boyfriend jeans», ha llegado a decir. Le pregunto si ese look hiperfemenino intimida más a los hombres o las mujeres. «Me llevo muy bien con las mujeres: tengo muchísimas amigas y más fans entre ellas que entre ellos. Definitivamente, intimido más a los hombres», dice soltando una carcajada.

Cuando tenía 13 años, Vergara le anunció solemnemente a su madre que, cuando cumpliera 18, pasaría por el quirófano para reducir el tamaño de su pecho. Alcanzada la mayoría de edad, había cambiado de opinión sobre su escote. Ahora, no tiene inconveniente en reconocer que sus exuberantes hechuras le han abierto muchas puertas. «¡Sería una desagradecida si me quejara de mi cuerpo! Es algo a lo que siempre he sabido sacarle partido. Tengo claro que siempre habrá actrices más jóvenes que yo, pero eso no me crea ninguna inseguridad. Algo he tenido que hacer bien para haberme mantenido más de 25 años en este negocio, ¿no? Así que… Le sigo sacando provecho», explica.

Pero no todo es cuestión de genes. «Me cuido todo lo que puedo. Ya sabes, con la edad, hay que estar más encima: vigilo más mi dieta, hago más ejercicio y me cuido más la piel». Su famosa melena también requiere atenciones especiales. «En mi trabajo, cada día me hacen rizos o me planchan el pelo. Por eso, tengo que utilizar champús y acondicionadores de buena calidad. No puedo lavarme el pelo con cualquier cosa. Me encanta H&S» , dice Vergara, que desde hace un año es imagen de la marca. No es su único truco. «Por las noches, me pongo una mascarilla de aceite de coco durante una o dos horas y, luego, me lavo el pelo. Eso me ayuda a protegerlo».

Con permiso de las monjas

Cuando tenía 16 años, Vergara fue descubierta por un fotógrafo en una playa colombiana. Buscaban a una chica de silueta explosiva para protagonizar un sugerente anuncio de Pepsi. Ella no quiso aceptar hasta que las monjas del colegio católico en el que estudiaba en Barranquilla, Colombia, le dieron su bendición. Aquel anuncio, que se emitió en toda Latinoamérica, la puso en el mapa. Pero, con 18 años, Vergara tomó el camino convencional: se casó con su novio del instituto, Joe González, y se quedó embarazada. Su hijo, Manolo, nació en 1992, pero su matrimonio apenas sobrevivió un año más. Dispuesta a salir adelante como madre soltera, se puso a estudiar Odontología, pero terminó abandonando la carrera para mudarse a Bogotá, donde empezó a trabajar como modelo y actriz de televisión.

Tuvo un cáncer de tiroides que superó con radioterapia, todavía sigue un tratamiento.

Era una época particularmente convulsa en Colombia. En 1998, su hermano mayor, Rafael, fue asesinado durante un intento de secuestro. Otro de sus hermanos luchaba contra la adicción a las drogas. Entonces, Vergara, que tenía un contrato en exclusiva con Univisión, decidió mudarse a Miami. Pero su llegada a los Estados Unidos tampoco fue fácil. En el año 2000, le diagnosticaron un cáncer de tiroides. Se recuperó totalmente después de someterse a radioterapia, aunque todavía sigue un tratamiento crónico para prevenir su hipotiroidismo. Superada la enfermedad, volvió al trabajo y, cuando su contrato con Univisión expiró, estampó su firma con ABC. Después de salir en varias series fallidas, Vergara saltó a la fama en 2009 con Modern family.

«No tengo miedo a los clichés. Tienen su razón de ser. No los encuentro ofensivos».

Las similitudes entre su historia personal y la de Gloria, su personaje en la serie, son más que anecdóticas. «Todos los actores volcamos nuestra personalidad en nuestros personajes. Sobre todo, cuando escriben un papel pensando en ti. Hay un millón de cosas en Gloria que son mías: ella es colombiana, inmigrante, tiene un hijo de otro matrimonio», explica. Le pregunto qué cliché sobre los latinos le gustaría erradicar de las series y las películas que produce Hollywood. «No tengo miedo a los clichés. Además, la mayor parte de las veces tienen su razón de ser. En California, por ejemplo, la mayoría de los latinos trabajan en restaurantes o aparcando coches. Los guionistas simplemente escriben lo que ven. No creo que haya nada ofensivo en eso. A medida que los latinos tengamos más y mejores oportunidades, habrá otro tipo de papeles a nuestro alcance», comenta.

Una chica ambiciosa

Ella, desde luego, ha sabido abrirse camino. Nunca soñó con ser simplemente una actriz, tenía una visión mucho más más ambiciosa de su carrera. «No me siento como un producto, pero trato de pensar en mi fama como una forma de ganarme la vida. Mis fans me preguntan constantemente qué hago para cuidarme, dónde compro la ropa… Trato de utilizar ese interés que sienten por mí y convertirlo en parte de mi carrera» . Por eso, Vergara es imagen de marcas como CoverGirl o Pepsi, diseña su propia línea de ropa y hasta protagoniza anuncios de un fármaco para controlar el hipertiroidismo. Todo eso la ha convertido, según la revista Forbes, en una de las latinas más poderosas de los Estados Unidos. ¿En qué nota ella esa supuesta influencia? «Eso es una exageración, pero ¡me encanta!» , dice riéndose. «Yo solo he tratado de ser siempre un buen ejemplo para mi hijo y para mis fans. Además, he tenido que trabajar mucho y sacrificarme bastante para conseguir todo lo que me he propuesto » Lo dice la mujer mejor pagada de la televisión norteamericana, con unos ingresos anuales de 19 millones.

«De pequeña fui la payasa de la clase, pero nunca pensé que me ganaría así la vida».

«Desde pequeña fui la payasa de la clase. Hacía reír a mis amigos, a mis profesores, a mi familia… Me resulta muy natural y fácil, pero jamás pensé que me ganaría la vida haciendo esto», cuenta. Vergara también sabe reírse de sí misma y de su condición de sex symbol. Cuando en 2011 no ganó el premio a la mejor actriz de comedia en los Globos de Oro, tuiteó. «Me da igual. Yo ya tengo mis globos de oro». Más criticada fue su actuación en una de las galas de los Emmy, en la que se prestó a subirse a un pódium giratorio para que el público pudiera contemplar su figura, y le llovieron las críticas por ejercer de mujer objeto. Pero a ella no le preocupa el qué dirán. Es abierta y excesiva. Empezando por su característico acento. Cuando llegó a Los Ángeles, intentó domarlo asistiendo a clases de dicción, pero no lo consiguió. O no le interesó. Hay quien dice que lo exagera. Tampoco es una de esas estrellas obsesionadas con blindar su vida privada. No tiene problemas en reconocer que ha decidido congelar sus óvulos porque, a su edad , no puede arriesgarse a esperar más. Vergara solo tiene una cuenta pendiente.

Aunque ha protagonizado comedias como Chef, Aprendiz de gigoló o Noche de fin de año, no ha conseguido convencer a Hollywood de que también puede interpretar papeles dramáticos. «No me quita el sueño. Si un día me ofrecen un drama y siento que seré capaz de hacerlo, entonces lo haré. Pero no me lamento ni pienso que esté encasillada en un género. Simplemente, aprovecho las oportunidades que tengo».

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