Detesta la corrección política, no tiene filtro ni publicista que le pare los pies y, en cambio, le sobra naturalidad, sentido del humor e ironía. La actriz Jennifer Lawrence nos demuestra que es exactamente lo que cuenta su leyenda. Por Ixone Díaz Landaluce / Realización Raquel Peláez

Ha pasado toda la mañana posando en un estudio de Los Ángeles y, cuando por fin llega a la entrevista, Jennifer Lawrence está tan guapa como sale en las fotos. Puede que más. Pero la procesión va por dentro. «¡Odio las sesiones de fotos! Se me dan fatal porque no soy modelo y no sé posar. Todo ese rollo de parecer natural cuando lo que realmente intentas es parecer delgada es extrañísimo», dice.

Lawrence no es solo una estrella, es la actriz más importante del último lustro. Nadie ha logrado lo que ella en los últimos seis años: cuatro nominaciones al Oscar (y una estatuilla por El lado bueno de las cosas) mientras se convertía en la protagonista de la saga Los juegos del hambre. Por eso, a sus 26 años también es la actriz mejor pagada de la industria: en 2015 se embolsó 46 millones de dólares, según la revista Forbes.

Nadie ha logrado lo que ella en estos últimos seis años: cuatro nominaciones y un Oscar. También es la actriz mejor pagada de la industria por ‘Los juegos del hambre’

En Passengers, Jennifer Lawrence da vida a una de las pasajeras de una nave espacial que transporta a miles de personas a un planeta que es colonia de la Tierra. El viaje, en el que los pasajeros van plácidamente dormidos en sus cámaras de sueño, tiene que durar 120 años, hasta que dos de ellos se despiertan 90 años antes de tiempo y empieza la odisea…

XLSemanal. Estuvo a punto de rechazar este papel. ¿Por qué tuvo tantas dudas?

Jennifer Lawrence. Todos los años me pasa lo mismo. Quiero hacerme una purga de taquillazos y rodar solo películas independientes. Luego leo un guion que me parece interesante, pero tiene un presupuesto gigantesco. Intento que no me guste. Traté de decir que no, pero volví a leerlo y me encantó…

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En la película Passengers, dirigida por Morten Tyldum, Jennifer Lawrence comparte pantalla con Chris Pratt y solo con él

XL. Su personaje se embarca en un viaje de 120 años a un lejano planeta colonia. ¿Iría de voluntaria a una misión similar?

J.L. Dependería de lo mal que esté el mundo en ese momento. De una forma mucho más light, cuando ruedas una película en una ciudad extraña, lo único que te mantiene cuerdo es tu amor por tu trabajo. Pero no volver a ver nunca a tus amigos y tu familia es demasiado… Incluso ahora, cuando vuelvo a casa tras un tour de prensa internacional, grito. «¡América!» [ríe].

«Mis años de adolescente fueron horribles. Estoy feliz de haberme perdido el baile de graduación»

XL. Hablando de América… ¿Qué opina usted de Donald Trump?

J.L. Vivimos en un mundo terrorífico. Da mucho miedo. Creemos que hemos avanzado mucho, pero la historia tiene una forma siniestra de repetirse a sí misma. Eso es todo lo que voy a decir… Además, ¡ya sabes por quién voté!

XL. Usted ha contribuido a cambiar la valoración de las superproducciones que tienen como protagonista a una mujer. ¿Orgullosa?

J.L. Por supuesto, pero tampoco creo que sea algo que haya hecho yo. Los juegos del hambre han desvelado la enorme mentira que los grandes estudios estaban contándole al mundo. que el público joven conecta más con protagonistas masculinos. Esa saga probó que eso no es verdad.

XL. Es usted una especie de unicornio en Hollywood: es la estrella de una saga multimillonaria y gana un Oscar con una cinta indie.

J.L. Creo que acerté cuando me decidí a hacer Los juegos del hambre. Era una película enorme que me iba a cambiar la vida y había muchas razones por las que podría haber dicho que no, pero estoy feliz de no haberlo hecho.

Mantuvo una relación con el actor Nicholas Hoult, con el cantante de Coldplay, Chris Martin, y ahora su nueva pareja es el director de cine Darren Aronofsky

XL. Ganar un Oscar con 22 años. ¿Quita presión a una actriz o se la pone?

J.L. Con los premios, lo mejor es no pensar en ellos. Son maravillosos y estoy muy agradecida, pero no puedes dejar que cambien tu manera de pensar. Sería el fin. Pero sí, de alguna manera sientes más presión porque las expectativas de la gente son muy altas.

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Jennifer Lawrence posa con la estatuilla a la mejor actriz por ‘El lado bueno de las cosas’ en 2014 rodeada de sus padres, sus hermanos y su cuñada

XL. ¿Le da pena haberse perdido una adolescencia un poco más normal y corriente?

J.L. ¡No! Mis años de adolescente fueron horribles. Me sentía muy desgraciada.

XL. ¿Y eso por qué?

J.L. Odiaba ir al instituto. Simplemente, no era para mí. La interpretación fue un descubrimiento maravilloso: me permitía ser creativa, viajar… Estoy feliz de haberme perdido el baile de graduación y la universidad.

XL. Un ciberataque dejó al descubierto que había cobrado un salario muy inferior al de sus compañeros. Después escribió una carta abierta defendiendo la igualdad salarial. ¿Ayudó a cambiar algo?

J.L. Nada. Sigo teniendo los mismos problemas de siempre. Ojalá para arreglar un problema solo hubiera que denunciarlo, pero no es así.

XL. Pero es la actriz mejor pagada de Hollywood. ¿Sigue teniendo problemas a la hora de negociar su salario?

J.L. Sí, aún tengo que luchar para conseguir más dinero. Nadie me quiere pagar lo que yo quiero cobrar. Aprendí que tengo que luchar por aquello que es justo sin preocuparme de lo que la gente diga de mí, que soy una niñata consentida por el simple hecho de ser mujer. La exigencia última es lograr la igualdad salarial para todas las mujeres y en cualquier profesión. Hay que pensar que, hasta hace poco, el seguro médico de las mujeres era más caro que el de los hombres, ser mujer era como una enfermedad preexistente…

En 2014, un hacker robó y distribuyó fotos íntimas de ella en las que aparecía desnuda

XL. ¿Cree que su denuncia está ayudando a otras mujeres?

J.L. Ojalá. Me gustaría que, al menos, hubiera servido para que las mujeres no sientan miedo de denunciar una injusticia. Tienes que decirle al mundo cómo te debe tratar. Y tienes que decirle a tu jefe cuánto dinero quieres ganar.

XL. ¿Qué no esperaba de Hollywood y le ha sorprendido encontrar?

J.L. Lo amable y genuina que es la gente. Mi experiencia en Hollywood ha sido maravillosa, pero me da un poco de reparo decirlo…

XL. ¿Por?

J.L. Cada vez que lo digo, mis amigos me dicen. «Claro, idiota, ¡todo el mundo es majo contigo!» [ríe]. Pero es cierto, siento que he conocido a la gente más genial del mundo. el rarito de Wisconsin, el rarito de Míchigan… Es como si todos nos encontráramos aquí. Hollywood es una comunidad de bichos raros. Claro que también hay personas a las que odio a muerte [ríe]. Solo una o dos…

XL. Su pequeña lista negra.

J.L. No es una lista negra, es más en plan «me das absolutamente igual». Aún los saludo, pero no me gustan [ríe].

«Yo parezco una yonqui cuando estoy en casa. ¡Soy asquerosa! En Navidad ni nos arreglamos para cenar»

XL. Ha dicho que hay días que aborrece su trabajo. ¿Por qué?

J.L. Porque no tengo control sobre ciertas situaciones. Si un paparazi me sigue, nos saca fotos a mis amigas y a mí en bikini y me arruina las vacaciones, no puedo hacer nada. Así que me quejo y, a veces, lloro. Y me encierro en casa y mis amigos vienen a verme.

XL. ¿Quién se encarga de decirle las cosas tal y como son?

J.L. Todo el mundo que forma parte de mi vida y con la que tengo una relación estrecha. Me siento atraída por la gente real que tiene los pies en la tierra. Tuve la suerte de crecer en Kentucky y tener una vida normal. Conozco la diferencia entre la realidad y mi realidad, que son dos cosas muy distintas.

XL. Por cierto, ¿le gusta la Navidad o es de las que aborrecen esta época del año?

J.L. La Navidad es genial cuando eres un niño, luego te conviertes en adulto y… ¡apesta! Debes romperte la cabeza para decidir los regalos. Pero ahora tengo sobrinos y todo es divertido de nuevo.

XL. ¿Y se visten de tiros largos o cenan en vaqueros, jersey y calcetines?

J.L. Pero es que hay gente que se arregla para cenar con su familia?

XL. A mí también me parece mentira, pero me consta que existe…

J.L. Yo parezco una yonqui cuando estoy en casa. ¡Soy asquerosa! Ni nos arreglamos ni tenemos asientos asignados en la mesa ni nada parecido. Somos una familia muy poco organizada. Esas familias en las que todos son muy respetuosos me resultan escalofriantes. Una vez estuve en una casa en la que los hermanos se pedían permiso todo el rato para cualquier cosa. Y yo pensaba. «¡Esto es rarísimo!».

XL. En su casa son un poco más salvajes…

J.L. Sí. No somos educados, no somos limpios…

XL. Eso va a sonar fatal…

J.L. Es verdad. ¡Somos muy limpios! [Ríe]. Lo que pasa es que mis hermanos y yo somos muy bordes entre nosotros y eso, en cierto modo, me resulta reconfortante. Quizá por eso, cuando alguien es grosero conmigo, me siento de inmediato cómoda con esa persona.

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