Clara Sánchez creció, confiesa, en un entorno hostil. «Entre mis padres, todo eran celos, dramones… Eran terribles». La multipremiada escritora, que saca nueva novela, ‘El amante silencioso’, habla por primera vez de un pasado desgraciado que explica muchos de sus libros. Por Virginia Drake/ Fotografía: Javier Ocaña

Nos citamos con Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) para hablar de su nuevo libro, El amante silencioso (Planeta), pero de pronto, de manera espontánea y sin medirlo, la escritora nos hace partícipes de un pasado sórdido y hostil del que nunca había hablado hasta ahora. Al hacerlo, se le saltan las lágrimas y tenemos que darnos un pequeño respiro en nuestra conversación. Conocer su historia nos ayuda a comprender mejor sus novelas y nos acerca a una mujer que hoy ha querido verbalizar y compartir con nosotros sus carencias, sentimientos y frustraciones.

XLSemanal. ¿Cuántos premios literarios ha ganado dentro y fuera de España?

Clara Sánchez. Bastantes, pero me da un poco de vergüenza enumerarlos. En España he ganado el Alfaguara (Últimas noticias del paraíso), el Nadal (Lo que esconde tu nombre), el Planeta (El cielo ha vuelto)…

XL. ¿Ha ganado todos a los que se ha presentado?

C.S. La verdad es que sí; aunque a los extranjeros (Roma, Vincenzo Padula, ILCH de Westminster…) no te presentas, te los conceden por tu trayectoria literaria.

Clara Sánchez: "Es la primera vez que cuento esto de mi infancia..." 1

La autora con sus padres, en los cincuenta. «Mi madre era muy celosa y discutía mucho con él , que era muy frívolo». Álbum familiar

XL. ¿Cuándo empezó a escribir?

C.S. Desde pequeña, era mi manera de evadirme de la hostilidad.

XL. ¿Vivía en un entorno hostil?

C.S. Mi padre trabajaba en Renfe y era muy ambicioso; cada vez que opositaba para ascender, nos teníamos que ir a vivir a otra ciudad, y eso para mí era una tragedia. Cambiar continuamente de amigos, de colegio, de calle en la que jugar… Me sentía muy desgraciada.

XL. ¿En qué ciudades ha vivido?

C.S. Guadalajara, Tarragona, Barcelona, Albacete, Valencia, Madrid… y en cada una de ellas no siempre en la misma casa, porque mis padres -a los que amo de todo corazón, aunque ya no están- eran muy alocados.

XL. ¿Por qué dice eso?

C.S. Porque mi familia era muy melodramática; todo eran pasiones, celos, dramones… Cuando regresaba del colegio, lo primero que hacía al entrar a mi casa era mirar la cara de mi madre para intuir cómo estaban las cosas. Mi madre era tremendamente celosa y discutía mucho con mi padre.

XL. ¿Celosa con fundamento o sin él?

C.S. No te voy a decir que mi padre era un playboy, pero era muy frívolo. Para una niña pequeña, ese entorno era muy hostil, sí. Mis padres no escondían nada, eran terribles: si estaban tristes, se los veía supertristes; si estaban alegres, era una fiesta… La verdad es que nunca he hablado de esto y me sorprende que lo esté haciendo de forma tan espontánea. No sé…

XL. Si nos fijamos en lo positivo, esa es una buena ‘mochila’ para una escritora.

C.S. ¡Desde luego! [Ríe]. Me ha venido muy bien para mis novelas, porque yo de lo único que sé es de sentimientos.

XL. ¿Escribía diarios?

C.S. No, porque contar todo lo que se vivía en casa me hubiese deprimido mucho. Escribía relatos cortos y me evadía con la lectura.

«Me crie con una niñera casi ciega. Al salir a la calle, yo tenía que contarle todo. Eso me convirtió en una magnífica narradora»

XL. ¿Hacía planes con sus padres?

C.S. No; porque como ellos estaban tan metidos en ese mundo de discusiones, cuernos, peleas… contrataron una niñera para que estuviese conmigo.

XL. ¿Y qué tal lo llevaba?

C.S. Muy bien, pero si te digo la verdad… [sonríe]. La niñera era prácticamente ciega y, cuando salíamos a la calle, yo tenía que ir contándole todo lo que había a nuestro alrededor, porque ella no podía ver siquiera cómo estaba el cielo.

XL. Parece una broma.

C.S. [Ríe]. Pero no lo era. De lo que me doy cuenta ahora es de que mi niñera me convirtió en una magnífica narradora, porque yo tenía que observar muy bien las cosas para poder contárselas. A Herminia, que es como se llamaba, le debo mucho.

Clara Sánchez: "Es la primera vez que cuento esto de mi infancia..." 2

Clara Sánchez, aquí a los 19, estudió Filología Hispánica, trabajó en un laboratorio farmacéutico y fue profesora universitaria hasta sus 47 años. Álbum familiar

XL. Después estudió Filología Hispánica.

C.S. Porque quería dominar la lengua y escribir bien.

XL. Sin embargo, es escritora tardía: su primer libro lo publicó con 34 años.

C.S. Bueno… a los escritores que empiezan a esa edad los llaman ‘jóvenes’ y a las mujeres que empezamos a publicar con más de 30 años, ‘maduras’ y ‘tardías’.

XL. ¡Lo retiro!

C.S. Yo no nací en una familia de escritores que me apoyasen y necesitaba trabajar para salir del ambiente de mi casa. Antes de dedicarme a ser escritora, di clases en la universidad durante 17 años, pero antes de eso trabajé en sitios que no tenían nada que ver con mi profesión.

XL.¿ Cómo cuáles?

C.S. En un laboratorio farmacéutico haciendo fotos a las ratas cuando los científicos les hacían cortes…

XL. ¡Ajjjj!

C.S. Pues era un trabajo muy bonito. Era un laboratorio que experimentaba para extraer gammaglobulina de los animales y para ello criaban pavos y caballos en unas fincas… Y por Navidad a los empleados nos regalaban un pavo, que en nuestras casas lo celebrábamos encantados.

XL. ¿Pavos con los que habían experimentado?

C.S. Claro, claro; pero en aquel momento yo no lo pensé. Ahora me doy cuenta de que eran pavos demasiado grandes y engordados, superdesarrollados; supongo que para que estuviesen muy fuertes para sus experimentos.

XL. ¡Déjelo! [Risas].

C.S. Pues te diré que en aquellos trabajos yo disfrutaba mucho. Cuando convives ocho y diez horas seguidas con otras personas es cuando descubres realmente la condición humana porque ves la generosidad, la miseria, la bondad, el egoísmo… Para mí, estas experiencias han sido importantísimas porque con ellas descubrí el mundo de las emociones.

«A los escritores que empiezan a los 35 años los llaman ‘jóvenes’; a las mujeres que empezamos a esa misma edad: ‘maduras’, ‘tardías’…»

XL. Durante un tiempo compaginó la enseñanza con sus primeras novelas.

C.S. Sí, mi primera novela, Piedras preciosas, la escribí en 1989, pero hasta 13 años después no dejé la enseñanza porque me daba miedo lanzarme; por entonces ya estaba casada y teníamos una hija. Pero en 2002 dejé la universidad, pensé que ya me lo merecía. Podría decirse que yo nunca he escrito para poder comer, pero que sí he trabajado mucho para poder escribir.

XL. Con Lo que esconde tu nombre (2010) recibió anónimos y amenazas de muerte provenientes de grupos nazis.

C.S. Con esa novela sufrí mucho, vendí más de un millón de ejemplares, pero me llevé muchos disgustos. Al principio llegué a arrepentirme de haberme metido en ese berenjenal. Los que se veían reflejados en aquella historia no solo me escribían a mí cosas horribles, es que escribían también a la editorial queriéndonos demandar. Todo lo que pasó me desbordó.

XL. Pero después escribió la segunda parte.

C.S. Sí; porque la novela había gustado muchísimo, pero tardé 6 años en decidirme. Necesitaba distanciarme.

XL. Durante casi 15 años fue comentarista de cine en la televisión.

C.S. Sí, con José Luis Garci, en Qué grande es el cine. Fui la primera mujer a la que invitó a su programa. El círculo era supermasculino, pero me lo pasé muy bien porque el cine me encanta. De hecho, en El amante silencioso hay una trama de suspense muy de Hitchcock.

XL. El amante silencioso se desarrolla en Kenia, ¿se fue allí una temporada para escribirla?

C.S. No, estuve hace un lustro. Fue años después cuando me vinieron con mucha intensidad los recuerdos de lo que vi allí.

XL. ¿Qué vio?

C.S. El clima de inseguridad que había, el punto de egocentrismo con el que vamos allí a salvar a la gente como si fuésemos ‘el salvador blanco’, el contraste entre los hoteles de lujo y las aldeas… Muchos de los personajes de la novela los conocí en aquel viaje.

«La pareja puede ser la secta más destructiva. El amor te desarma. Siempre hay alguien que domina al otro»

XL. ¿Por qué ha querido escribir sobre una secta ‘muy particular’?

C.S. La secta es un pretexto para hablar de la manipulación. Pero tengo la sensación de que todos vivimos dentro de diversas sectas. Estamos rodeados de muchas sectas que, sin ser destructivas, son alienantes porque están dirigiendo tus deseos.

XL. Póngame ejemplos.

C.S. Un club de fútbol, los partidos políticos, las religiones, la familia… Todos ellos se comportan con unas reglas estrictas que tienes que acatar. Y en torno a estas sectas hay mucha gente deseando entrar.

XL. ¿Por qué lo cree?

C.S. Por la necesidad que tenemos todos de aceptación y de pertenencia a una tribu.

XL. Su protagonista es una mujer rodeada de hombres malvados.

C.S. Son hombres malvados, pero aparentemente bondadosos, que lideran a los demás. Nadie es lo que parece en esta novela…

XL. El amante silencioso también es una novela de amor.

C.S. Sí, porque a todos los personajes -buenos y malos- los mueve el amor. El amor es un superpoder alucinante que tenemos.

Clara Sánchez: "Es la primera vez que cuento esto de mi infancia..." 3

En Italia, a sus 19 años. Álbum familiar

XL. Puede ser perverso…

C.S. Absolutamente. El amor es el poder más manipulador de todos y la pareja puede ser la secta más destructiva. Mira la situación de las mujeres maltratadas que son sometidas dentro de lo que se supone que es una relación de amor. En todas se ha dado una manipulación psicológica tremenda. La mayor manipulación empieza en la pareja, porque te entregas completamente cuando te enamoras. El amor te desarma.

XL. También te puede fortalecer.

C.S. El amor siempre fortalece a uno y debilita al otro. El que ama y el que desea está debilitado, aunque al mismo tiempo se sienta engrandecido por esa droga. Sin embargo, el que es admirado y querido está fortalecido en su ego de una manera terrible.

XL. ¿No puede hacer fuertes a los dos?

C.S. No, eso es imposible, siempre hay uno que domina al otro. En las películas en las que los dos están a la par es porque, en el fondo, los dos son mujeres. El que ha escrito esa historia ha pensado en dos mujeres y ha puesto a una vestida de hombre, y por eso hay una gran sincronía en la relación.

XL. Acaba de destrozar las novelas rosas.

C.S. No, lo que hay que hacer es profundizar en ellas y en el mensaje que estamos transmitiendo porque el amor es un arma de doble filo. Yo les digo a las chicas jóvenes que lean Ana Karenina, para que no se parezcan a ella, para que nadie se suicide por amor.

XL. ¿Se fiaría de alguien que dijera que nunca ha mentido?

C.S. No [rotunda]; como tampoco de aquellos que dicen que nunca han sentido miedo o que no se arrepienten de nada de lo que han hecho. Me asustan las personas así.

XL. ¿Cuánto duraríamos si vamos por la vida a pecho descubierto?

C.S. Nada, porque nos matarían. Por eso digo que sobre todo somos narradores natos. Y te pongo un ejemplo: cuando llegas a tu casa por la noche y tu pareja te pregunta qué has hecho hoy, casi todo lo que le cuentas es mentira, porque necesitas fabular. Deformamos las cosas porque queremos que sean distintas a la realidad, mucho más sentimentales, mucho mejores de lo que son.

XL. ¿Usted miente muchas veces?

C.S. Respecto a mi comportamiento, pienso que nada más tengo esta vida -que, además, es corta- para mostrarme como soy y pienso que no tengo que hacerme pasar por otra persona. Pero también creo que hay mucha más gente mentirosa que sincera. Nada ni nadie es lo que parece.

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